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El miedo a los otros

Es una sensación triste sentirte sólo en medio de un montón de gente. Los que vivimos en ciudades grandes estamos más o menos acostumbrados, nos parece normal. Es mucho peor, horrible, estar rodeado de gente que sientes hostil.

Esto viene pasando desde bastante antes de la pandemia (la polarización, las discusiones que no son intercambio de ideas si no guerras ideológicas, los troleos y linchamientos en redes sociales que además tienen consecuencias en la vida privada de las personas), pero esta situación ha conseguido, como con muchas otras cosas, poner de relieve y empeorar problemas que ya teníamos.

La mayoría hemos pasado por situaciones que nos han puesto a prueba y nos han dejado asustados, cabreados, indignados o simplemente emocionalmente exhaustos. Es por ello que es más importante que nunca reconocer a los seres humanos que tenemos alrededor, tanto en persona como online, como personas que sufren como nosotros y que probablemente necesitan y merecen nuestra comprensión, no que les juzguemos y etiquetemos.

Me preocupa mucho ver los linchamientos públicos, tanto de los "vigilantes de balcón" como en redes sociales. No me importa lo mucho que según sus detractores se lo merezca esta persona. Estos comportamientos y estas dinámicas nos hacen daño a todos. A la primera a la persona que lo recibe, pero también a todas las personas que lo ven y cada vez se lo piensan mas antes de abrir la boca o salir a la calle.

Nos han tocado tiempos muy complicados, donde lo que nos hace falta es mas empatía e intercambio de ideas constructivo y menos indignación airada y cruzadas ideológicas. Una sociedad mejor se construye contando con todos, no "destruyendo" a quien percibes como "el otro". Hay otros en todas partes y los creamos constantemente mientras mas reforzamos nuestras posiciones.

Vivimos en una sociedad profundamente injusta, con muchos fallos. Tenemos que hablar de esos fallos y tenemos que hablar de problemas estructurales. Pero los comportamientos dañinos de las personas que forman parte del sistema no son el problema principal, son la consecuencia. Si le ponemos la etiqueta de "otro" y le convertimos en el enemigo se acaban las posibilidades de encontrar soluciones comunes.

Hay que convencer y para convencer hay que debatir. Y por el camino, probablemente aprendamos bastante de escuchar a gente con vivencias y perspectivas distintas a las nuestras.

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